viernes, 24 de diciembre de 2010

No, luego no.

Me alimenté, tuve que respirar casi por obligación, crucé la frontera de voces desconocidas que me parecían conocidas, gaste el salario de mis abuelos, pues dormí en paz 2 meses seguidos. Retrocedí de nivel, y me fugué. Llegué al desierto cansado y estaba parado ahí, junto al sol, estrechados por la amargura del viaje inhospitable.

jueves, 23 de diciembre de 2010

4 de junio /10'

Los bits sacudían el cerebrito del caracol, mientras intentaba sacar la diagonal de su soledad.
Reía ante el pasto, pero su pecho le oprimía tanto que casi no podía contener la respiración. Sofocado por él, salió corriendo lo más rápido que podía sin dirección alguna.
En el horizonte una manzana verde llena de grandes pixéles se escondía tras los edificios opacos de un Tokio no muy lejano, esta fruta le abría paso a muchas dudas, de las cuales no había necesidad de responder.

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