viernes, 2 de diciembre de 2011

Consejos de una jirafa.


-Quiero ir a la playa, vamos a ver como se esconde el sol, quiero sentirte a mi lado.
-Vamos, llevemos un manto. Dormiremos ahí, entre las rocas., contemplaremos las estrellas con el ferviente chocar de las olas, con el peligro amenazante de la vida.
- A eso me refiero, cuando digo que te quiero.
Ambos avanzaron entre el desértico paisaje, con la compañía de un sol abrazador de un naranja intenso. El silencio protagonizaba los susurros de emociones muertas, como los discursos de escritores que defraudaban al mar, como la vulgar candidatura de un presidente lejano, casi dinosaurio, casi tiranosaurio Rex.
Las personas reales que hace instantes habían decorado la escena cotidiana de reflexiones mentales, deambulaban ofreciendo un rostro muy aburrido.
Ahora compartían una cerveza para aligerar el calor del mediodía.
-Otro día más para alejarse de la ciudad, para pensar sobre ella, cuestionémonos: ¿a dónde pertenecemos?
-Que aburrido permanecer a algo, a nosotros no nos quiere nadie, ya deberías saberlo. Concéntrate.
-Si sé, sólo quiero, a veces… Titubeaba. Prosiguió con decisión, - Tener un hogar, ya sabes un techo que siempre te espere.
-No puedo soportarlo. Allá atrás, personas reales eyaculan con sentimientos ajenos, diciendo que son sensibles, incluso diciendo que son hombres. El morbo es natural, lo sé, pero esa gente toca algo y deja todo muerto con su soberbia. Pero ellos, sabes, tienen un hogar a donde llegar todas las noches, ellos tienen un acuerdo histórico y aceptan su mierda y viven con una sonrisa de oreja a oreja. Nosotros no, jamás nos esperará una cama, pero lo cierto es que nuestra filosofía es un hogar con más años, nuestro hogar nació con el universo, no nació con el invento banal de la moneda, como en la época antigua. Nuestro hogar no lo derribará la guerra que se aproxima. Nos tenemos a nosotros mismos.
-Te entiendo. 
Alguna de las rocas murmuraba la percusión de animales, de sus carcasas, el ritmo perfecto y suave de sus cuernos. Ella, sin embargo pensaba en jirafas, y asentía al ver como él se elevaba bailando, era una música hogareña, eran animales. Ella al cabo de unos segundos comprendía la relación entre la música y las jirafas. Lo absurdo cobraba más sentido que el congreso internacional de la haya. Una sucesión de tambores, huesos humanos que crujen sofisticadamente proseguían un interludio amenazante.
La brisa marina los despertó desnudos, bañados por la incertidumbre de un amanecer que relataba micro-cuentos expectantes. Cada uno apostaba por un final más exótico que el otro en un afán competitivo enloquecedor, mientras lanzaban ramitas secas a la fogata interminable. Ese fuego que prometía existencia, existencia pura, como un sueño profundo de infancia, de aquellos que se recuerdan para toda la vida. 

lunes, 19 de septiembre de 2011

almohada

23 kilómetros al sur de tu hogar, descendí por un pasaje oscuro.
Tiraron una piedra al azar. Me rosó la oreja, pude escucharla, cayo bailando al suelo rocoso.
Tras respirar con calma, seguí avanzando tras las huellas de los dinosaurios. Me detuve, a mi alrededor se enfilaban muros que superaban los 7 metros, calculé. Ambos se erguían tímidos, lanzando su pereza de vigilia al viento oceánico. Ese viento no murmuraba nada, su presencia anunciaba que existía, eso era lo único que bastaba. Creo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Acontecimiento. La historia de los zancudos.

En su vecindario la fiesta seguía emanando alegría y cánticos dueños, al parecer, de un karaoke casero. Las voces dejaban traslucir sus tonos de alcohol, desafinados. ¿Pero qué pasaría por la mente de cada uno de esos humanos, con vasos de variadas cepas, dispuestos a vaciar?, ¿qué haría a un grupo de chicas adolescentes, tomar la decisión de suicidarse juntas?, sin embargo, las risas no cesaban.

En la ventana, frente a la escalera de caracol, el alumbrado público aún iluminaba las calles ausentes entre la niebla nocturna. Ella observaba el exterior apartando la fría cortina con su mejilla, lucía cansada, pero le daba pereza dormir. Mirando profundamente, sus ojos llamaban, gritaban, y se desgarraban ante la naturaleza aplastada por el abrazador cemento, que erguía sus nuevos cimientos de inmensurable hipoteca.
La música retumbaba en sus oídos, y le parecía verdaderamente estúpido que pusieran música romántica en una fiesta. Mientras escuchaba las dolorosas penas de amor, su atención se desviaba, escapando de esa realidad enrarecida.

Temía que la picase un zancudo y decidió meterse a la cama, y para pasar el rato se durmió, o cerró los ojos.  Imaginó un canal con agua cristalina de flujo lento, la tierra musgosa de alrededor, vestida de cenizas, húmedas, exhalaban un olor a carbón, a moho y a muerte. La serpiente intentaba hallar sangre, piel o quizás huesos, pero no había nada, su interminable búsqueda había fracasado, infructífera.
Decidió despertar, quería tirarse un peo de forma consiente y pronto bajo las sábanas se percibía un olor a paté, inconfundible, el mismo que había ocupado para hacerse unas tostadas en la mañana. ¡Qué raro!, exclamó para sí, esbozando esa risa perturbadora, típica de ella.

Hubo una pausa en la casa del vecino, le parecía más susceptible el silencio que el ruido. Deseó que reprodujeran Hip-Hop, tenía ganas de escuchar ese ritmo sensual, que tanto le gustaba, esas letras aceleradas, amenazantes, inspiradas de las calles, de los mafiosos, de la marginalidad. Sin embargo, no tuvo suerte y aún no lograba entender por qué esas canciones, tan románticas y depresivas, eran entonadas con tanto fervor.

Aunque su filosofía era no intentar desesperada-mente responder preguntas que ella misma se hacía, de todas formas, igual formulaba preguntas, pero sin el objetivo fatal de llegar a la respuesta certera, si es que existiese o no. La mayoría de las veces, sólo se maravillaba por el hecho de saber tan poco.

Esta vez se durmió de verdad, irregularmente tuvo un sueño profundo, nítido. Un zancudo la perseguía dentro de cuatro paredes blancas, pero ella también era un zancudo, y ambos tenían espadas, (aunque le hubiese gustado haber poseído una Katana), pero su contrincante, además tenía un hermoso caballo, como en la edad medieval, y pensó que era su oportunidad de asesinarlo, pero su enemigo era muy ágil. y en cambio, ella era una zancudo obesa y luego quiso ir al nutricionista, olvidando que estaba entre cuatro paredes que se alzaban imponentes como el muro de Berlín.
Tras meditar, su táctica funcionó, utilizando su masa corporal aplastó al zancudo galopante que se reía con las antenas y disfruto la escena de asfixia, el caballo lloraba ante la falta de oxígeno.
Despertó a las 3 de la tarde del día siguiente, gracias a su despertador del día domingo. 
Se arrepintió de haberse perdido el amanecer dominical sobre el océano atlántico. 

No tenía ganas de pasar por las mismas desventuras de la noche anterior y anotó en la nevera una cita con el nutricionista Hernández.


sábado, 2 de julio de 2011

Bailemos Samba.

- Te cociné un pingüino
El lugar aparentemente estaba vacío, pocos instantes atrás ella había bailado alrededor de 5 horas en su habitación. Hace pocas semanas que hablaba sola por gusto, o por temor a volverse loca. Aunque estos indicios efectivamente apuntaban la verdad del asunto, que, sin lugar a dudas, había escapado de sus manos.
 Mientras prendía la cocina, Helli tarareaba una fresca canción tropical que acababa de inventar en su cabeza. Por su mente trascurrían imágenes de pingüinos bailando ferviente al ritmo de la samba. Era difícil distinguir esas escenas que cada vez pasaban como una fotonovela a la velocidad de la luz.
Extrañamente, un hombre misterioso llegaba sigilosamente con ánimos de matar.
Pero Helli, inteligente chica, yacía escondida en el armario meneando despacio las caderas, pero llorando con el alma hacía su interior, sin sospechas de que ese miserable hombre se comía su recién preparado pingüino y de paso mascaba su alma rica en proteínas 


   

miércoles, 8 de junio de 2011

¡Qué hermoso día!

-Vamos por heroína. Dice La Romboide.
-Mmm...Se me hizo agua la boca.
-¿Se te hizo agua la boca?
-No, imposible, es solo una expresión.
-No entiendo. Como te decía, mañana estoy de cumpleaños y quiero que invites a tu amiga imaginaria.
(Fiesta de cumpleaños número 11)
-Se me había olvidado por completo. Empezaré a hacer la torta. Creo que la haré de Chocapic y pastillas media hora, si, las de sabor Coca-Cola. ¿Te parece?
-Claro.
Cuadrado tras afirmar pareció haberse desplomado, sus ojeras ya medían 20 centímetros y seguían creciendo.
La Romboide prendió un cigarro Malboro y utilizó de cenicero el estómago de su amigo Cuadrado. Absorta y muerta de sed apagó la luz y contempló las estrellas que se reflejaban en el agua del alcantarillado esbozando una leve sonrisa. 

sábado, 14 de mayo de 2011

Penumbra desalmada.

Creyó escuchar un rugido estruendoso. Busco con la mirada a su alrededor, pero no divisó un alma.
Estaba amaneciendo y el gélido viento apaciguaba su pensamiento violento. 
De pronto a sus pies, un agujero emergía de casualidad y se agrandaba repentinamente, el hombre no atinó a hacer nada. Absorto empezó a caer por el vacío estrepitosamente y su corazón no experimentaba adrenalina, velozmente sentía como su cuerpo se desprendía del mundo. 
En el cielo aún quedaban unas estrellas bailarinas que se burlaban entre risas pasajeras. 
El hombre comprendió el chiste y se echó a reír de forma descomunal. Con la boca seca y la garganta polvorienta la risa se detuvo y empezó a toser lenta y calmadamente, como el ejecutivo que se arregla la corbata.

martes, 10 de mayo de 2011

Uñas y carne.

Sentado, con viento y abrigado.
Así me encontraba cuando divisé en el océano una embarcación que me parecía familiar. Emitía un ruido casi imperceptible, pero por alguna razón lo podía escuchar claramente, tenia un ritmo salvaje.
Furioso, recorrí los prados caóticos de mi alma, en busca de lo impuntual, con la mirada perdida y centavos miserables de pensamientos diáfanos que se divulgaban en historietas anticuadas, con letra mayúscula, era imposible expresar tal condición. Porque la amargura fresca estaba presente en aquellos ojos de muchacho que no veían sentido en cada paso flotante.
Así es como me marché de ahí.
Corriendo a 3o metros por segundo.
Porque los instantes perdidos cobran valor al amanecer, en la llovizna temblorosa de los labios de mujer recién humedecidos por un sorbo de sexo. 

domingo, 24 de abril de 2011

Who cares

Entrecruzo las piernas y me detengo a pensar: ¿será que historias, ideas o conceptos abstractos me conduzcan a mi camino?. No entiendo a que me refiero con camino. Claro está que para muchos puede significar destino, vida, futuro, la senda del ser, o cualquier tipo de estas cosas mamonas y existenciales.
Pues es solo una palabra, me digo.
Entre cavilaciones vuelvo a llegar al mismo punto que antes, no es necesario responder a la pregunta planteada, porque nunca llegaré a una respuesta certera, que me sea de gran utilidad. Con esta actitud nihilista no llegaré muy lejos, ¿o sí?.
Más y más preguntas que a las 12 A.M de la noche surgen de improvisto en la mente que se embriaga con este tipo de estupideces.
Quizás cuando utilizo la palabra "sumergirme" o "hundirme" en historias fomes era para referirme a este estado, o al cual   yo quería arribar, como hundido en las frías aguas de una tina de una película noventera. Me creo una imagen de suicidio al instante.
Parece que volverse fuerte y hermético no era una ventaja, pero vamos, ya poco puedo hacer para retroceder y siento mucho menos miedo que antes, en fin. Alzo la mirada general y creo que para los demás es más fácil la misma facilidad del mundo, tomarse las cosas a la ligera.
Pleonasmos de poca calidad ahondan en seres con un ojo color marrón en la vertebra de la espalda, se frecuentan en escritos que buscan dar a luz un vestigio de sinceridad. 

viernes, 8 de abril de 2011

menos de 6 horas

Yacía inundado hace tres horas en la tina. Respiraba por un tubo de metal que pocos días antes había creado en su laboratorio. El mecanismo era simple, cuando sumergido en el agua a 2 grados de temperatura, empezaba a imaginarse las historias más creativas de su vida, el tubo conectado a la mente, transfería códigos que convertían los agrietados pensamientos en abismos, abismos que se disparaban a lo lejos por su ordenador, uno del año 96' que lo tenia puesto a su disposición por la empresa de fármacos.
-Levántate!, grito asustada su mujer.
El no la escuchaba y mantenía los ojos apretados.Ella decidió levantar el frío cuerpo por las malas.
El abrió los ojos, pero seguía concentrado en la extensa novela. Entonces empezó a escribir la maquina lo que el hombre veía. Poco después la mujer hecho un vistazo a la pantalla.
Entonces, se cayó de espaldas, aturdida.

sábado, 26 de marzo de 2011

Es verdad

-Tu eres difícil
El asintió resignado. Soy difícil, pero a veces pienso todo lo contrario, que soy muy simple y aburrido.
Hay que calmar esos pensamientos, pues en este planeta, eso pasa a una segunda línea. Pero en mi planeta no, pensó el joven. En mi planeta puedo nadar en la tierra o volar en el fuego a 893 grados Kelvin.
-Tu planeta no existe
-Lo sé, lo sé. Oye, ¿Has pensado en callarte algún día?
-Una vez. Nunca más, luego comprendí que no quería ser como tu. Anoche soñé contigo, por ejemplo.
-No te creo, no tienes pruebas.
-No me vengas con tonterías, acuérdate que yo siempre tengo la razón.
-Tus ironías no complacen mis ánimos, ya he pasado por esto. Siento que este periodo de vacío no ha de terminar nunca, y el gráfico que creé lo demuestra cuantitativa-mente. Ayer trabajaba en eso para distraerme y quedé pasmado. Bueno recuerda que mañana moriré
-Me has venido con ese cuento 117 veces. ¿Qué esperas? , ¿que te crea?, já.
-Nunca he intentado que me creas nada, tu lo sabes, solo expreso mis pensamientos con pinta de sentimientos. Ni siquiera es necesario, solo pierdo mi tiempo, lo sé.
-Lo sabes.




sábado, 12 de marzo de 2011

Mal, vacío mental

Pasó todo el fin de semana en la biblioteca.
Nadie lo vio, estaba escondido bajo la mesa de la secretaria. Se devoró ocho libros en total. Puso tanto cuidado con no hacer ruido al dar vuelta las páginas, que al poco tiempo se acostumbró al sigilo. Llevaba su mochila cargada de sándwiches estrafalarios, el primero era de queso con melón, el segundo de naranja con zanahoria, y la lista seguía.
 Que fin de semana mas disfrutado, pensó. Le comentó a su amiga lo sucedido, como siempre, ella asentía, como si le creyese lo que decía. Ese día en la noche sonrío, apago la televisión y se durmió en breve. Avanzaba la noche y empezaba a soñar, su sueño consistía en una mezcla absurda de los ocho libros que había leído el fin de semana. Más que un sueño parecía una película de bajo presupuesto. ¿Despertó?
La respuesta es NO. Nunca despertó. ¿Murió?
Si, había muerto, había muerto en una película mala, pero feliz. ¿Quién lo habría pensado?.
Su teléfono tenía un mensaje, era un largo texto de su amiga donde le contaba lo que le esperaba. Pobre muchacho, ¿por qué se quedo dormido tan rápido?


martes, 15 de febrero de 2011

Sangras y luego sonríes

Lo tenía decidido, Martita tenía pensado bajar en bicicleta desde la loma donde vivía, como de costumbre habían muchos envoltorios y basuras que por alguna razón, con la cabeza casi en blanco, Marta no dudaba en aplastarlos con la rueda delantera de su bici. Como era de esperar el lago ofrecía un lindo día, pero Marta no estaba para tonterías, su mejor amigo se había ido, tenía una novia, iba a ser padre, y la vida le brindaba un cambio drástico. Marta sola tiro la bici a la orilla del lago, se quitó la ropa y desnuda en un santiamén yacía flotando en el agua boca arriba, contemplando el cielo, se preguntaba cuantos satélites, pedazos de metal giraban en torno al planeta. dentro de sus pensamientos no había algo muy bueno que rescatar, a lo lejos se percato de que la observaban. Una figura a lo lejos larga y misteriosa, escondida entre las rocas y el viento parecía interesarse por aquella solitaria muchacha desnuda. Preocupada Marta se sumergió en el agua, estaba muy fría, como ella. Contó los segundos (segundos según ella), llegó al número 89 y salió a la superficie lentamente. De reojo miró donde se encontraba aquel hombre, ya no estaba, con extrañeza Marta salió del agua, se vistió rápidamente y con la ropa mojada, húmeda, adherida a su piel se subió nuevamente a la bicicleta. Echó a andar, por un momento se olvidó de aquel hombre.<< ¿Quién sería? ¿lo conocía? ¿era del pueblo?>>. Marta abrió la puerta trasera y tras comprobar que su abuela estaba dormida, se metió a la ducha con cuidado de no despertarla. Sintió un ruido. Era fuerte.
- ¿Quién anda ahí?, -¿Abuela?
Pero nadie contestaba.
Asustada con la toalla medio apretada a su cintura, abandonó la ducha.
Su abuela había desaparecido
-¿ Qué diablos ?
- Lela !!. Gritó con voz tiritona.
Se atrevió a mirar por la ventana. Estaba aquel Hombre justa al frente. Cerró la cortina en un impulso abrumador, sus latidos cobraron una frecuencia tan veloz como la luz.
- ¿ Qué quieres ?, se atrevió a gritar angustiada.
- No había respuesta.
Espero unos instantes y volvió a mirar por un pequeño orificio de un centímetro. Ese hombre descuidado, tenía como 50 años, calculó. Tenía el ceño fruncido. ¿Estaba enojado ?. Ella nunca lo había visto en su vida. Psicópata, se dijo ella para sí.
Estaba sudando, como tonta, alzo la vista, pero ahora se pudo percatar de la mascara. decidió enfrentarlo y salió al exterior con una fuerte actitud. El viejo seguía ahí parado frente al ventanal.
- ¡Hey!, grito Marta, la chora. El hombre la dirigió una mirada cansada.  -¿Que quieres?
- Ahhhhhhhhhh...
El hombre se desmayo. Quien lo imaginaría, era la voz de su abuela.
¿Abuela?, se pregunto la mujer. Corrió, y le saco la mascara poco creíble. La sangre manchó y pinto completamente el cuello de su arrugada abuela. Era ella.

- ¡ Abuela !, ¿ qué has hecho?. Pero la abuela no respondía. La llevo arrastrándola, casi levantándola. Era muy liviana.  Marta no podía hacer nada al respecto, una vez cuando chica, había pasado lo mismo.
Su abuela no se había tomado las pastillas, por ende, sucedió lo que sucedió. Ya se despertaría. LO único que no comprendía era de donde diablos había sacado ese disfraz tan barato, que por susto ella se lo creyó.
Cuando despertó, casi a carcajadas la abuela se río de ella en su cara, era una actitud  muy infantil. Marta le devolvió una merecida cachetada. Pasaron la noche riéndose de la situación. Marta comprendió que le quedaba una amiga en este mundo. Pero ¿por cuanto tiempo más? ...





viernes, 11 de febrero de 2011

Trenes, hambre.

Ella fumaba con aire despreocupado, asumo que moría de hambre, tenía unas piernas tan largas, sinuosas y delgadas que parecían que se quebrarían con una brisa, sentada a la deriva de los carriles del tren, envuelta en el humo, la nicotina, y el viento que le ondeaba el pelo. Sostuvo larga la mirada en la amiga que regresaba de hacer pis detrás de unas rocas, por alguna razón no se acordaba de su nombre, la había conocido la noche anterior en un bar, se había emborrachado y entre bromas e historias la había llevado en su viaje, no era su intención que se quedara con ella para siempre, pero ese tema no le iba ni le venía. Bastaba con hablar y asunto resuelto.
- ¿Terminaste?
-No, ¿no ves que sigo haciendo pipí mientras camino con estos pantalones indecentes?
-Tranquila. Oye ¿qué tal si corremos un rato?, llevamos mucho tiempo caminando y no quiero ver como anochece por aquí, este es un lugar peligroso.
-¿Peligroso?, ¿tienes miedo?, ¿que nos pueden hacer?
-Bueno aparte de violarnos y posteriormente asesinarnos, no se me ocurre.
-Tienes razón, corramos un rato, me muero de frío.
Habían unos niños pobres al costado que se las quedaron mirando cuando corrían el par de mujeres. Se miraron a los ojos y no pudieron aguantar las carcajadas.
"De que te ríes pendejo" gritó la mujer más gordita, (la amiga sin nombre)
El niño no dudó en decirle que parecía una bola obesa a punto de explotar. Y así fue. La mujer de piernas largas también soltó la risa. Era de esperar. 
Llegaron a eso de las 10 de la noche a la estación de trenes principal. Estaba atiborrado de gente que miraba a estas dos mujeres con mal aspecto de arriba para abajo. Las dos exhalaban alcohol fuerte y estas, sin importarles caminaban con paso suelto entre la multitud. Alcanzaron a ver el espectáculo que se montaba en la estación. Avanzaron y llegaron a la zona residencial. Con el poco dinero que llevaban eligieron una pieza medio escondida al fondo de un callejón. Una señora les otorgó las llaves. No demoraron mucho en elegirla pues era la más barata y la más limpia. Entre comillas, cabe señalar.
Rendidas y agonizando de hambre se quedaron contemplando la muchedumbre pasar, como si estuvieran esperando algo. Buscaban ideas. Pronto la amiga roncaba y la mujer de piernas largas seguía observando la ciudad, pero esta vez con un cuchillo en la mano. Miraba de reojo a su amiga. Estaba segura, tenía mucha hambre. Que más da, se pregunto, mientras respiraba velozmente, que más da.  

martes, 1 de febrero de 2011

Ella, la doncella.



Le mandé una foto a mi novia para que me conociera, solo habíamos hablado por cartas antiguas enviadas en un ave de color verde, ahora que me conoce, espero que me pida matrimonio.
Renuncié a esta idea cuando esperé por 5 años con las esperanzas puestas en mis hombros, y vi pasar pájaros que se reían de mi. Ese día baje al río y pude divisar el cuerpo de una bella mujer que bajaba por la corriente con una carta en la mano. Me lancé al agua y le robe la carta a esa mujer sin vida. Era yo. El más lindo del mundo.

lunes, 31 de enero de 2011

Que haces sentado, Imbécil.

Siempre cuando llamaban a la puerta Carlitos iba y la abría como de costumbre, como un acto donde tenía que fingir bondad y de paso ser sociable con los invitados, desde chico era así, pues su costumbre era tan perceptible para los demás que resultaba casi obvia.
 Un día común y silvestre sentado en el sofá, viendo una antigua serie de ciencia ficción, llaman a la puerta sin rasgo alguno de anormalidad. Era la noche y Carlitos andaba solo en boxer, ya que llevaba una vida de soltería bastante larga, era independiente y estudiaba en una inmensa ciudad (ese tipo de vida que muchos desean).
 Carlitos no dudó en ponerse una polera y salir a abrir, el no le temía a ese tipo de cosas cotidianas, debía ser algún servicio, pensaba, sin grandes inquietudes. Al abrir una mujer muy alta de alrededor de 40 años de edad lo saludaba con brutal normalidad ..
- Hola ! ¿como estás?
- disculpa, ¿te conozco?
-¿No te acuerdas de mí?
- No.
- mmm... ¿estás seguro?
- Si, ¿que necesitas?
- Yo soy tu prima, ¿No te acuerdas de esos largos veranos en el campo?,
- Creo que estás equivocada, en fin, si quieres pasa, te puedo ofrecer algo de abrigo, estás muy destapada y afuera hace un viento feroz.
- Mira, no te quiero molestar, si no te acuerdas de mí es tu problema. Yo sólo quería entregarte esto.
Carlitos mira su larga mano extenderse entre las suyas y recibe un sobre ligero de no más de 300 gramos.
- Mira, todo esto es muy extraño y no se quien eres tú, intentaré hacer memoria pero ahora estoy muy ocupado con trabajos para la universidad. Si quieres me das tu número y podemos salir algún día de estos.
- Buena idea. Anota. 3919293331811
Aquella mujer parecía tener una actitud muy sincera y dictaba su número con lentitud.
-Listo. Avísame, en esta inmensa ciudad no tengo muchas cosas que hacer, tengo muchas cosas que contarte y muchas cosas que obligarte a hacer para que salves tu propia vida. Yo me confundo fácil, así que cuando me llames, diga  : " Hablas con Carlos ". Y yo podre con seguridad charlar.
- ¿ Cómo?, ¿ Salvar mi vida ?, ¿de que estás hablando?...
- disculpa, pero me debo ir, estoy comprometida con un asunto importante, no quiero perder mi trabajo. Adiós.
-Pero, pero ...
Carlitos sintió cerrar la puerta, se quedo contemplándola por un largo rato. había empezado a llover y la televisión seguía transmitiendo una hilera de créditos a una gran velocidad.
 Caminó con determinación en dirección a su baño. El vomito no podía esperar. Había comido tantas galletas de pascua, que junto al nerviosismo demandaban una evacuación que parecía positiva. El ya se lo esperaba. abrazado al inodoro no paraba de pensar en ella. el la conocía y se había hecho el tonto. Tenía sus razones.


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