sábado, 12 de marzo de 2011

Mal, vacío mental

Pasó todo el fin de semana en la biblioteca.
Nadie lo vio, estaba escondido bajo la mesa de la secretaria. Se devoró ocho libros en total. Puso tanto cuidado con no hacer ruido al dar vuelta las páginas, que al poco tiempo se acostumbró al sigilo. Llevaba su mochila cargada de sándwiches estrafalarios, el primero era de queso con melón, el segundo de naranja con zanahoria, y la lista seguía.
 Que fin de semana mas disfrutado, pensó. Le comentó a su amiga lo sucedido, como siempre, ella asentía, como si le creyese lo que decía. Ese día en la noche sonrío, apago la televisión y se durmió en breve. Avanzaba la noche y empezaba a soñar, su sueño consistía en una mezcla absurda de los ocho libros que había leído el fin de semana. Más que un sueño parecía una película de bajo presupuesto. ¿Despertó?
La respuesta es NO. Nunca despertó. ¿Murió?
Si, había muerto, había muerto en una película mala, pero feliz. ¿Quién lo habría pensado?.
Su teléfono tenía un mensaje, era un largo texto de su amiga donde le contaba lo que le esperaba. Pobre muchacho, ¿por qué se quedo dormido tan rápido?


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